lunes, 15 de junio de 2009

VIVIENDO AVENTURAS

Se fueron sucediendo cosas en la vida de Ayovi que jamás imagino vivir, al segundo fin de semana que armo su puestito junto a su madrina, un turista se acercó, y preguntó que eran delante de los imanes, asi que recibió la respuesta, pero como no fue Ayovi la que contesto, el turista hizo un ademán con la mano y siguio caminando, unos minutos mas tarde volvio a repetir la misma pregunta, Ayovi tampoco contesto, y sin dejar de mirarse, este hombre rodeo los puestos y un cantero, y se paro al costado de Ayo, e iniciando una corta conversación, le dijo que era francés.
Ayovi con la poca experiencia de calle que tenía, le siguió la corriente y cortesmente le preguntó:

-Esta contento de visitar mi ciudad, le gusta Buenos Aires.

-Mmmm, si pero mas me gustan sus mujeres.- respondió el francés.

Y sin que Ayovi esperara semejante respuesta, se quedó dura y muda. Pero, mucho menos esperaba la reacción que este hombre tuvo al agarrarle del cuello, moviendo sus cinco dedos al mismo tiempo, y haciendo un monótono ruido, como si fuera pleno mediodía y un olor a riquisimo asado invadiera el lugar.
Mmmmmm era lo único que salia de su boca. Ayovi solo atino a sacarle el brazo y darle vuelta la cara. Solo así se fue y no volvió a preguntar más nada.
Por esa época Ayo venía tratando de recuperar y aumentar su autoestima, pero nunca pensó que le agarraran del cuello al momento de decirle "hola".
Había armado una lista de personajes que le iban haciendo caras, le sonreían, la piropeaban, hasta hubo algun loco que saco su cabeza por la ventanilla para mirarla. Así fue confeccionando su listadito de mimos para su autoestima.
Pero en determinado momento se planteo un objetivo, que para ella era algo muy loco, queria conseguir que un policía, con uniforme, le dijera "hola", o simplemente le sonriera.
Ya lo había conseguido con albañiles, encargados de edificios, choferes de taxis y colectivos, camioneros, simples hombres que caminaban o que estaban esperando algo parados en la vereda, repartidores de comida, hasta chicos que pedian monedas en la calle, bueno, era un surtido amplio.
Tampoco faltó algun personaje de seguridad privada, pero todavía no lo conseguía de un policía de verdad.
Aunque era una muy linda mujer, que además tenia la virtud de no aparentar la edad que realmente tenía, sumado el plus de ser hija de un cirujano plástico, quien vivía de arreglar la imagen externa de las personas, Ayo no podía verse como realmente era, no podía creer que hubiera hombres capaces de mirarla y decirle que era linda. Su autoestima se había dormido junto con Miga.
Por eso Ayovi tuvo que ir recuperandolas a las dos casi al mismo tiempo, y en conjunto.
El incidente con el francés no hizo que Ayovi dejara de intentar vender perfumes en la vereda, cosa que nunca logró. No vendió ni uno.
Durante tres fines de semana seguidos, Ayo llevó su mesita, el bolso con perfumes y, luego de caminar las seis cuadras que la separaban de la calle Honduras, donde armaba su puesto en la vereda. Era el verano del 2006, y la zona conocida como placita Serrano estaba muy de moda.
Es una zona de bares y restaurantes muy concurrida, formaba parte del recorrido de los turistas, tanto extranjeros como del interior del país, daba la sensación de ser un gran paseo de compras al aire libre, lo que era muy novedoso es que además de los puestos en la vereda, los bares se convertían en ferias, en la mayoría en vez de mesas durante la tarde había cientos de percheros con toda clase de ropa, accesorios, se encontraba casi cualquier cosa que se buscase.
Era un lugar muy interesante. Y donde habia gran posibilidad de hacer negocio.
Asi que ese escenario fue el que eligió Ayovi para empezar a generar ingresos propios. Sus productos inicales no funcionaron, ya que siempre le pedían la fragancia que ella no tenía. Igual nunca bajo los brazos ni se desanimó, su madrina le aconsejo que cambie de rubro por completo.
Le dijo:
-Compra bijouterie, se vende seguro, es un muy buen negocio.
-Ok, en la semana voy e invierto lo último que tengo, no quiero deberle nada a nadie.
Asi fue que Ayo, fue a una zona mayorista de comercios, y compró con los pocos pese propios que le quedaban cinco o seis collares.
Al siguiente fin de semana armo su nueva mesa, con esa cantidad de mercaderia. Oh, que gran sorpresa, antes de que terminara el día había hecho su primera venta. Ya era su cuarto fin de semana como vendedora ambulante. No podía creerlo, habia conseguido vender algo por primera vez en su vida.
La suerte estaba de su lado, así empezo a crecer, semana tras semana, todo iba en aumento. Y la suma de experiencias eran cada vez mayores. El segundo fin de semana del mes de febrero, ya el puesto habia crecido un monton, collares, pulseras y anillos habitaban la mesita, el día domingo cuando comenzaba la actividad, cae el patrullero y, primer encuentro con la policía.
- Hay orden de un fiscal de levantar los puestos, fijate si podes enganchar los collares en la tela, y caminar.
- Ok, gracias.
- Caminando nadie te puede decir nada.
- Muchas gracias.- Ayovi no tenía ninguna intensión de tener problema alguno así que levanto su puesto sin protestar, y siguiendo el consejo del policía, se animó a colgarse los collares de los brazos y, dejandole su mesa a la madrina se fue a caminar por las calles del barrio.
Pensando que por la zona iban a hacer lo mismo los otros vendedores, decidió alejarse. Y de las calles internas se fue para la zona de la avenida, a metros de llegar a plaza Italia y con los collares colgando, además de ir riendose sola, se completó la lista de mimos al autoestima. Increíble pero real, se cruzo con un policía que le sonrió.
Ayovi, muerta de la risa siguió caminando, caminando y caminando, y con cada paso miraba sus brazos de donde colgaban los collares a la vez que jugaba con los anillos. Así transito las siguientes cuatro cuadras, hasta la avenida del Libertador, ahi cruzo de vereda y mientras volvía por el lado de la plaza que esta frente a una embajada, alguien le hace ruidos llamandola, como iba en su mundo tardo unos pasos en frenar y reaccionar.
Otra gran sorpresa, como no habia podido armar su puesto creía que ese día no iba a vender nada, per la suerte seguía sus pasos, y la persona que la hizo detener le compro varias cosas y otro hombre tambien se sumo en el consumo.
Por suerte Ayovi, no se quedo quieta y empujada por Miga, salio de la zona conocida, y se animo a cruzar los límites y las avenidas.
El regreso fue con una alegría desbordante. Llego, y su madrina callejera le pregunto donde se había metido, porque habia tardado en volver, cuando Ayo le conto lo que le paso, las dos rieron juntas.

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