miércoles, 10 de junio de 2009

EL COMIENZO

En el mundo de los adultos, falta magia, sueños, fantasías. Hasta los veintiocho años Ayovi vivía una vida casi normal. Estaba, eso creía ella, enamorada del hombre de su vida, vivían juntos y según su registro tenían proyectos en común.
Una mañana, que parecía una más, Ayovi preparo el desayuno, despertó a su amorcito y trato de mantener una conversación, dentro suyo comenzó a sentir que algo no estaba igual que siempre. No sabía que era, pero algo debía cambiar.
Con ese malestar interior, se despidió de mala gana, pero al llegar a planta baja, se dijo "no, así no puedo seguir, si me voy ahora con el paso de las horas, esto que siento se va a calmar", fue entonces que decidió volver a subir. Y, sin pensarlo mucho, encaró a su pareja de años, y le dijo "me voy unos días, tengo que pensar, nos sacamos chispas por cualquier cosa". Ese fue el fin, sin saberlo aún, de esa relación como pareja.
Al día siguiente, con su perrito y un pequeño bolso, tomo un taxi y deshizo el camino de sur a norte. Volviendo al barrio de toda la vida.
Igual quedaba hacer la mudanza, todavía estaban sus cosas en el departamento de convivencia. Arreglaron que volvería al día siguiente cuando Sancho estuviera trabajando, ese fue el pedido de él. Ayovi cumplió con su palabra.
Pero todavía no entendía lo que le estaba pasando, además las palabras de Sancho habían sido duras, "un día sin vos y ya no siento nada"; "necesito tiempo", bla bla bla. Ayovi había vivido sus últimos casi nueve años por Sancho, y para él. Casi no tenía recuerdos de sus años anteriores, de su estado de soledad.
Aunque durante este tiempo, el sentimiento de soledad era parte de su carne.
Mientras juntaba sus cosas, las embalaba, junto a su familia que fue a ayudar, se le ocurrían un montón de cosas "seguro que estas con otra mujer". Ese fue su sentimiento que nunca necesito corroborar. Sabía que era verdad. Y lo fue, por eso la facilidad de dejarla ir.
Sin saberlo, este era el comienzo, la vuelta a nacer de Ayovi.
Fue una separación, la que desato su transformación, y la devolvió a su camino en la vida.
No fue nada fácil ese cambio, mucho menos sostenerlo, pero algo la hacía seguir en determinada dirección. Con momentos de dudas, otros de miedo, con poca estabilidad y mucho desconocimiento, pero sabía que todo eso pasaba porque era algo nuevo, no conocido por ella lo que le estaba pasando. Y se entrego, lloró y hasta sintió una fuerte angustia, pero dentro suyo ya había aprendido la lección de dejar pasar al tiempo, que él termina trayendo las respuestas. Claro que prenguntas internas sobraban, pero respiraba hondo y se decía "ya va a llegar". Algo dentro suyo le daba los consejos que necesitaba.
Eran los momentos en que entraba en acción Miga, varita en mano, siempre tenía algún truco para ayudar a Ayovi. Juntas comenzaron a transitar un camino de aventuras, sueños y fantasías. Muy autóctono de ellas, pero a la vez real.

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